Editorial nov2021 (por Adrián Streit) "La vida de las personas tiene que ser algo más que una lotería"

Creo que los buenos gobiernos y los países coherentes trabajan (entre otras cosas) sobre una organización del Estado a los efectos de que sus ciudadanos puedan gozar y disponer de cierta y razonable previsibilidad.
Natural y probablemente el punto de vista y el modo espiritual en que cada uno va encarando sus conductas y decisiones va dando resultados acordes a ello, lo cuál es un tema personal de cada uno y que el Estado (excepto a través de políticas educativas) nada puede hacer..
Si bien igualmente nuestro tránsito por la vida puede parecernos azaroso, no por ello la organización política y decisiones -como asi tampoco- las estrategias de nuestros gobernantes (ni los planes de gobierno o falta de ellos) deben llevarnos a que nuestra vida resulte una lotería.
No podés ir a un organismo público y que a lo mejor te atiendan bien y a lo mejor no (o que tal vez ni siquiera te atiendan). No podés ir a un hospital a las 7 u 8 de la mañana caminando o tal vez a dedo (o como sea) o arrancando un auto bajo la helada y que a lo mejor te atiendan pero quizás no. No podés ir a tu turno médico pero tal vez tu cita se haya cancelado y nadie te haya avisado. No podes (como lo explicamos en detalle en la anterior editorial) ponerte a realizar el kafkiano trámite de transferir un vehículo y que allí te aparezca una multa realizada en un pueblo en que ni tu auto ni vos jamás estuvieron. No podés deslomarte para hacer llegar a tus hijos a la escuela y que a lo mejor haya clases pero a lo mejor no. No podés planear donde vivir en función (entre otras cosas) de la educación de tus hijos pero que quizás luego no haya clases en todo el año. No podés ahorrar una cifra peso a peso para adquirir una herramienta, y cuando obtuviste la suma acordada ir a comprarla y que ya -en ese momento- no te alcance pues su precio haya aumentado. No podés contener el precio de tu servicio o producto cuando al mismo tiempo el mismo Estado te está resultando en costos más caros que el día anterior. No podés votar un candidato que cuando asume y le toca decidir cuestiones de gobierno decida diferente a lo que te prometió pues según lo prometido en aquel momento no coincide y vos en base a sus dichos lo votaste. No podés descuidarte un segundo y que te abran la puerta de tu auto o de tu casa y te los vacíen. No podés salir de tu vivienda o de tu terreno pero que al volver se encuentre otra gente allí instalada y no poder contar con herramientas inmediatas para recuperarla. No podes (en las periferias urbanas ni en las urbanas o rurales) salir de tu casa y tal vez volver sano pero quizás no.
No podés arriesgarte en un proyecto o en un emprendimiento, tanto en dedicación, como en planeamiento e inversión, pero que al tenerlo encaminado te hayan cambiado las reglas y termine todo ello resultando en un fracaso y no precisamente a causa de una deficiente planificación personal sino a causa de la imprevisibilidad impulsada desde el gobierno que nos gobierna o desgobierna o lo hace arbitrariamente en virtud de intereses ajenos al bienestar de las personas comunes. No podés vivir desconfiando pues te vas dando cuenta que la premisa y motivación que mueve a nuestros funcionarios está dada simplemente (y focalizada) en aspectos que apenas (pero contundentemente) responden de sus mezquinos intereses personales.