EDITORIAL del 12 Ago 2021: Utopìa electoral.

Todo el abanico de la política partidaria ya està en campaña.
Cada dos años se larga y desarrolla esta carrera -aparentemente controvertida- en nuestra Argentina. Por ahora el punto de controversia, en vista a los resultados que vienen dàndose, sería entre una forma de mala praxis y otra en apariencia diferentes.
Un baile de disfraces que empuja hacia su órbita a toda la sociedad, dejàndola obligada a estar eligiendo entre el blanco y el negro. Un yin y yang que mas que opuestos resultan complementarios. No solo el oro, los recursos y el dinero sino que se han fugado por el horizonte de la credibilidad todos los colores del arco iris junto a sus derivados, como asì también nuestra paz presente y de futuro.
Da la sensación de que se ha muerto la confianza.
En cambio, surgiria la esperanza si alguna vez los argumentos y las verdaderas intenciónes de campaña fueran fundados en que la prioridad de proponer planes (inteligentes, reales y posibles) para una gestión de gobierno tendiente al verdadero bienestar de la sociedad.
Que por una vez, en principio, la competencia entre los diferentes espaciòs polìticos se diera en el marco de exponer cada uno su propuesta y a los efectos de que los votantes pudieran evaluar cuàl es la que prefieren.
Lo necesario y lo ideal, no en cambio la recurrente mentira y la mala praxis naturalizada, serìa que cada sector partidario difundiera algo que demuestre que han venido estudiando la temàtica, el mètodo y la estrategia que estiman conveniente presentar. La sociedad asì podria dedicarse a pensarlo en vez de continuar, como hasta ahora, intentando a ciegas guiarse por la intuiciòn o por los fanatismos a partir de los sonrientes y camaleònicos rostros que eligen ir mostrandonos los diferentes candidatos.
Estaría bueno convencernos de que merecemos ya mismo encontrar el camino de las ideas y del debate de propuestas sin tener que caer, una vez mas, en la creencia del actual ilusionismo personalista, de que hay que hallar una persona con poderes supermànicos, capaz de sacarnos de esta decadencia tan visible como elocuente.
El desafío a plantear por delante es intentar que los argumentos vayan de la mano de lo cierto. Que los dichos, los hechos y las intenciones logren transparententarse los unos en los otros.
Indispensable a esta altura es que cada sector aspirante a conducir representatividad y gestiòn de cada municipio, de cada provincia y de la naciòn, pueda animarse a cambiar la inercia que viene teniendo el modo de vender la campaña, o sea estudiar y luego seducir a la gente dicièndole aquello que tiene ganas de escuchar. Con esta estrategia propagandìstica ha venido dàndose la disputa por el poder en nuestro paìs y tristemente ello se ha traducido en un convencimiento perverso.
La utopía está en intentar revertir este cìrculo vicioso, que por ahora no hizo mas que retroalimentar la mentira, la corrupción y la mala praxis.
Nadie duda que ya està haciendo falta enrocar ésta viciciocidad por una nueva forma conducente hacia la virtuosidad. La esperanza tendrìa entonces que estar fundada en realidades más verdaderas y con menos fracaso condenado de antemano. Capaz pueda darse si la sociedad insiste en considerar el valor que tiene hallar en nuestra capacidad de escuchar ese cambio. Una nueva manera que nos lleve a reconocer la valentìa de los candidatos que se animen en sus propuestas a "decirnos la verdad". Empujarlos asi a salir del camaleonismo, del panquequismo, del macquiavelismo, y con todo ello, del actual descrèdito irreconcialiable.