EDITORIAL "Entre la libertad y la circulacion vial"

"O te parte la realidad o te fractura el auto la loma de burro"
Para circular por nuestras calles y rutas es tarea indudablemente complicada, la del Estado, compatibilizar las necesidades de todos, es decir conductores experimentados, conductores jòvenes, conductores responsables y conductores descontrolados
Es al menos arbitrario la medida tomada por las diferentes administraciones debido a la abrumadora inclusiòn de reductores de velocidad por los diferentes puntos de acceso y de circulaciòn tanto dentro como fuera de las ciudades. Discutible al menos serìa la necesidad de consensuarlo y que no termine (como hasta ahora) resultando de la decisiòn arbitraria de cada administrador de turno. Habrìa al menos bastante para conversar acerca de porquè los conductores responsables, quienes respetan normas y cartelerìa de reducciòn de velocidad, tienen que verse afectados por una cantidad de lomas de burro siendo que ademàs, muchas de ellas, son de esa calidad de tipo barra durìsima amarilla -destructora de suspensiones y deformadoras cubiertas- que deterioran la amortiguaciòn y el sistema de tren delantero y trasero de nuestros vehìculos sin que nadie -a la hora de resolver las roturas- se solidarice con los conductores que con propio esfuerzo mantienen el costo de sus unidades en buen estado dia tras dia.
Por otra parte cabe señalar que, sin duda alguna, un conductor experimentado puede perfectamente ir conduciendo mientras en su mente pueden ir brotando ideas -si es que se quiere aceptar plantear ello sin mentirnos- a la vez inmersos en un estado que simultaneamente nos permite ir organizandonos dentro de un fluir de pensamientos y en donde claramente existe algo de vuelo creativo. Sin embargo, cada vez que uno logra algo de ello, algo de paz, algo de tranquilidad y sintonìa en etas cuestiones tan personales como indescriptibles, viene la gran sorpresa de que nos estamos tragando (morfando) una loma de burro que no solo parte al medio nuestro vehìculo sino que a la vez nos pone a darnos cuenta que como sociedad no estamos permitiéndonos ningùn espacio para fluir y respirar.
Hay una pregunta que me resulta fundamentalmente ya que va respecto de la calidad de vida que nos vamos a ir recetando o imponiendo, pues creemos ir mereciendo en cuanto a nuestros intereses comunes, que resulta en un fuerte cuestionamiento en el sentido de plantearnos hasta donde seremos capaces de avanzar en el sentido de continuar menospreciando nuestras libertades. Realmente me lo pregunto cada dìa al ver còmo, entre otras cosas, nos la pasamos haciendo fila para pagar cuentas desmedidamente aumentadas o para la espera en hilera interminable del Banco en donde cuentan con guardias entrenados y atentos, a que mientras estamos esperando ser atendidos, no podamos contar siquiera con la libertad de enviar un mensaje de texto o contestar nuestros telefonos celulares... en fin la lista de injusticias que nos vamos masticando sin digerir a diario es interminable. Dado ello voy a considerar que la cuestiòn està planteada a efectos quizas de permitirnos refexionar acerca de, si ademàs de brindarnos cada uno a si mismo la libertad interna que cada quien estima merecer, no podrìamos estar tambièn atentos a valorarlo desde las normas y desde los espacios fèrtiles que ellas vayan generando, quizas lograr un efecto mas relajado, mas respirable con más ganas de sonreir.