Entre ambas orillas de la grieta està el bien común

Actualmente en Argentina se viven a diario acaloradas discusiones que -no sin falta de respeto- se llevan adelante en cada familia o en cada encuentro de amigos.

Defender al anterior gobierno puede estar apoyado, a veces, en atacar al actual mas que en argumentos propios o, de otra forma, cuestionar la década ganada o perdida puede estar abonado por certezas de corrupción más que en explicar de donde fue que surgieron aquellos recursos que se pudieron haber socializado, de qué forma se lo hizo o si no se supo aprovechar como hubiese correspondido.

Mientras ello transcurre, la vidriera de la realidad nos demuestra que los pobres siguen sin soluciona sus problemas, que sin importarle al poder, los sectores concentrados de la economía mantienen sus privilegios y pujan por mas dinero en cada pulseada, que los jueces no dan justicia justa ni la dan en tiempo y forma pero mientras, tienen sueldos abundantes cubiertos de manera vitalicia de toda quita y por todo aporte que pudiera corresponderles. Que los demàs funcionarios y senadores y diputados arman sus ingresos a piachere (a gusto de su propio dedo), a costillas del hambre y de necesidades del pueblo sin ceder ni siquiera por la solidaridad que pudiera corresponderles ya que, en definitiva, su labor no fue ni suele ser tan eficiente como para haber logrado mejorar el bienestar de la gente sino al contrario. Pero no señores pues todos sabemos que ellos hacen los mocos y nosotros los pagamos y les retribuimos caros sus honorarios para que nos los hagan comer. Que quienes nos empujan a esa discusión que parece permitir solo el blanco y el negro son ademas quienes van armando la tensión política (la van generando como modo de retroalimentar la necesidad de la existencia de unos y de otros) mientras las consecuencias de sus conductas nos afectan y retrasan a todo el conjunto de la sociedad. Serà necesario -aunque no pareciera que vaya a suceder- que los polìticos se pongan de acuerdo, se calmen un poco y puedan por un tiempo llamarse a silencio para que -además de su propio egocentrismo- a los argentinos puedan sucedernos otras cosas que no pasen presisa y monopolicamente por sus acciones ni sus intentos de acumular más y más poder. En todas estas descripciones hay un factor común que seguramente como hilo conductor nos va transportando en el tiempo. Creo que ese factor esta relacionado a la inmadurez y al egoísmo de estos seres siniestros que actùan como si el pueblo y el paìs les interesara.

Parecería tirado de los pelos (aunque debería ser lo que corresponda) que por ejemplo nuestros funcionarios que integran los tres poderes y los cargos pùblicos, un dia se levanten de sus cómodas posiciones, y acepten (se den cuenta) que sus ingresos deben cotizarse en concordancia razonable con respecto a los ingresos de los demás ciudadanos a quienes dicen representar. Que todos ellos quienes, loca e injustamente por ahora, arbitran y deciden sus propios ingresos a espaldas de la sociedad, hasta tanto la eficiencia de su labor no redunde en bienestar de la ciudadanía, puedan aceptar que las erogaciones que significan sus ingresos puedan ser bien discretas y desde ya mucho más austeros en sus gastos, ya que ellos mismos en gran parte son artìfices de nuestro malestar, son ellos precisamente los extremos que suelen generar la tensión política que debemos fumar el resto.

¿Podràn darse cuenta de ello y podran ademàs considerar que ninguno de ambos bandos (o socios) son el ombligo del mundo y que, además de si mismos, estamos y existimos el resto de los mortales que, bien se nota, no nos sentimos cómodos con nada de lo que producen y menos con la tensión permanente que generan entre una orilla y la otra de la grieta?

Serà necesario entender tambièn, por otra parte, la sociedad en general que además del derecho al reclamo tendrà que saber exigir una pacífica y austeridad política y que por ejemplo en temas como la inflacion deberà participar más activamente por ejemplo no comprando aquellos productos que nos parezca hayan tenido aumentos desmedidos, presionando asi a los formadores de precios para que deban bajarlos o comerselos. Desde la ciudadanìa alguna vez conectar y dejarles en claro a los históricos protagonistas de los extremos -por su modo violento de concebir la política (casi ausente de la conciencia del resto) - que por sus conductas ansiosas de revancha no permiten espacio para la pacificación que trae la obra del tiempo y el diario transcurrir, y así entre todos poniendo algo de si ayudarnos a ir consolidando en paz nuestro Estado de Derecho y nuestra maduraciòn con la mirada puesta quizas en sociedades que a estas alturas de la humanidad ya han aprendido el significado de la frase "el bien comùn"